La Fama, junto con los barrios de San Fernando y Peña Pobre fueron originalmente barrios que nacieron articulados los dos primeros a fábricas de hilados y tejidos y el último a la industria del papel, durante el siglo XIX; incrustados al interior de las viejas haciendas que buscaban modernizarse poco después de la guerra de Independencia.
Los vecinos de mayor edad de la unidad habitacional Fuentes Brotantes en Tlalpan, ciudad de México, aún recuerdan el exorcismo que se realizó en 1926 para liberar de malos espíritus a la fábrica conocida como “La Fama Montañesa”, historia que llamó la atención del investigador Mario Camarena Ocampo, historiador del INAH y coautor del libro "Manantial de historias. El barrio La Fama Montañesa" (2006), para quien el conjuro es muestra de la necesidad de ese entonces de restituir el orden social quebrantado por la Revolución.
Aquí esta el Relato.
Cuentan los pobladores que en ese lugar espantaban a los trabajadores del turno de la noche, especialmente a aquellos que no vivían en el barrio y por lo tanto tenían que caminar por allí para salir de él. Eran tantas las historias sobre los sustos y los aparecidos que los obreros se negaban a trabajar el turno de la noche.
Según cuentan los viejos obreros, en ese tiempo el barrio estaba muy desorganizado; se cometían pecados horribles: las comadres tenían relaciones sexuales con sus compadres, los padres con las hijas, había un gran desorden.
Los obreros acudieron al seminario del Espíritu Santo, recién instalado sobre el camino a la Fama y solicitaron al padre Antonio Fragoso, miembro de esa orden, su ayuda para remediar la situación. El religioso, analizado el caso, decidió exorcizar el paraje. Para ello, como Cristo a sus apóstoles, invitó a doce de los obreros de mayor fuerza física y moral, los dotó con cirios benditos y les anticipó las posibles reacciones demoníacas. Les dijo que durante el exorcismo posiblemente sentirían temblores de tierra, aullidos, fieros rugidos y fuertes vientos.
El día elegido se reunieron el Sacerdote y los doce obreros. El camino a Fuentes Brotantes era entonces sólo un delgado sendero entre un bosque muy denso, junto a un arroyo de aguas claras y abundantes.
Al inicio del conjuro se escucho un ruido terrible, como de muchas láminas metálicas en choque simultáneo y fuertísimo. También se oyó el chirriar de cadenas arrastradas por seres invisibles. Enseguida se desató un viento furioso, que apagaba los cirios a cada momento. El sacerdote, al avanzar por la zona elegida rociaba agua bendita y rezaba. Apenas tocaba el suelo el santo líquido, se escuchaban gruñidos de perro bravo, aullidos y relinchos.
Ya cerca del cárcamo, sitio final del área del exorcismo se escucharon fuertísimos gritos y lamentos de dolor. El padre, alzó la voz y en el brazo derecho sostuvo la imagen de San Miguel para efectuar el conjuro. En ese momento se juntaron, en un solo estruendo, todos los terroríficos sonidos, que antes se habían escuchado por separado.
La voz del padre, enérgica, luchaba por imponerse a las demoníacas voces, lo que logró después de mucho tiempo. Al cabo de férrea resistencia, las protestas de Lucifer y su séquito se fueron tornando débiles hasta que se acallaron completamente. Al final sólo se escuchaba el sonoro timbre del sacerdote.
El sacerdote, agotado, terminó por darse una pausa. Sobrevino entonces un silencio impresionante. Era como si aquel mundo hubiese detenido su movimiento. Ni una abeja volaba. Ni una hoja caía. Hasta las aves habían enmudecido. Después de largos instantes, se volvió a escuchar finalmente la ya tranquila y suave voz del ministro del señor entre el placentero murmullo del arroyo y del viento entre las hojas de los árboles.
Los obreros agradecieron a Dios y al sacerdote. Se había vencido a un difícil enemigo. A partir de esa fecha el Demonio del viejo Camino a La Fama desapareció de ese paraje.
Fuente de la Información: María Ana Portal -UAM- Antropología
Los vecinos de mayor edad de la unidad habitacional Fuentes Brotantes en Tlalpan, ciudad de México, aún recuerdan el exorcismo que se realizó en 1926 para liberar de malos espíritus a la fábrica conocida como “La Fama Montañesa”, historia que llamó la atención del investigador Mario Camarena Ocampo, historiador del INAH y coautor del libro "Manantial de historias. El barrio La Fama Montañesa" (2006), para quien el conjuro es muestra de la necesidad de ese entonces de restituir el orden social quebrantado por la Revolución.
Aquí esta el Relato.
Cuentan los pobladores que en ese lugar espantaban a los trabajadores del turno de la noche, especialmente a aquellos que no vivían en el barrio y por lo tanto tenían que caminar por allí para salir de él. Eran tantas las historias sobre los sustos y los aparecidos que los obreros se negaban a trabajar el turno de la noche.
Según cuentan los viejos obreros, en ese tiempo el barrio estaba muy desorganizado; se cometían pecados horribles: las comadres tenían relaciones sexuales con sus compadres, los padres con las hijas, había un gran desorden.
Los obreros acudieron al seminario del Espíritu Santo, recién instalado sobre el camino a la Fama y solicitaron al padre Antonio Fragoso, miembro de esa orden, su ayuda para remediar la situación. El religioso, analizado el caso, decidió exorcizar el paraje. Para ello, como Cristo a sus apóstoles, invitó a doce de los obreros de mayor fuerza física y moral, los dotó con cirios benditos y les anticipó las posibles reacciones demoníacas. Les dijo que durante el exorcismo posiblemente sentirían temblores de tierra, aullidos, fieros rugidos y fuertes vientos.
El día elegido se reunieron el Sacerdote y los doce obreros. El camino a Fuentes Brotantes era entonces sólo un delgado sendero entre un bosque muy denso, junto a un arroyo de aguas claras y abundantes.
Al inicio del conjuro se escucho un ruido terrible, como de muchas láminas metálicas en choque simultáneo y fuertísimo. También se oyó el chirriar de cadenas arrastradas por seres invisibles. Enseguida se desató un viento furioso, que apagaba los cirios a cada momento. El sacerdote, al avanzar por la zona elegida rociaba agua bendita y rezaba. Apenas tocaba el suelo el santo líquido, se escuchaban gruñidos de perro bravo, aullidos y relinchos.
Ya cerca del cárcamo, sitio final del área del exorcismo se escucharon fuertísimos gritos y lamentos de dolor. El padre, alzó la voz y en el brazo derecho sostuvo la imagen de San Miguel para efectuar el conjuro. En ese momento se juntaron, en un solo estruendo, todos los terroríficos sonidos, que antes se habían escuchado por separado.
La voz del padre, enérgica, luchaba por imponerse a las demoníacas voces, lo que logró después de mucho tiempo. Al cabo de férrea resistencia, las protestas de Lucifer y su séquito se fueron tornando débiles hasta que se acallaron completamente. Al final sólo se escuchaba el sonoro timbre del sacerdote.
El sacerdote, agotado, terminó por darse una pausa. Sobrevino entonces un silencio impresionante. Era como si aquel mundo hubiese detenido su movimiento. Ni una abeja volaba. Ni una hoja caía. Hasta las aves habían enmudecido. Después de largos instantes, se volvió a escuchar finalmente la ya tranquila y suave voz del ministro del señor entre el placentero murmullo del arroyo y del viento entre las hojas de los árboles.
Los obreros agradecieron a Dios y al sacerdote. Se había vencido a un difícil enemigo. A partir de esa fecha el Demonio del viejo Camino a La Fama desapareció de ese paraje.
Fuente de la Información: María Ana Portal -UAM- Antropología
Hubo un segundo exorcismo, relativamente hace pocos años, en 1998; pero de éste les platicaré en próxima ocasión.
Hasta pronto.
Diana Reyes
Jubilada En Acción!
Es una historia espelusnante, y pensar que sucedio en pleno siglo 20.
ResponderEliminarBuena historia Diana.
si es esplusnante uuujuy
Eliminartodo esto suena real aunque debo de confesar que yo trabajé de vigilante en dicha fábrica y nunca presencié nada fuera de lo normal durante 3 años en los que cuidaba noche y día, cabe mencionar que hacía recorridos nocturnos y nada pasaba; eso si lo aproveché y disfrute al máximo ya que apoyado de esta y de otras historias como la del monge , la de la niña de la cazona y la del revolucionario que se aparecían dentro de las instalaciones de la bodega por donde se encuentra la capilla espanté a muchos vecinos metiches del barrio que querian adueñarse del terreno.
ResponderEliminarq miedo es muy espelusnante
ResponderEliminarsi si si, e visto y leido peores cosas
EliminarDicen que un alma en pena no siempre es un ser que pretende asustarnos, puede ser alguien que está sufriendo. Quienes saben de esto recomiendan no asustarse si es que nos encontramos con algún difunto, que lo que debe hacerse en estos casos es rezar. Gracias por su visita y sus comentarios. Bienvenidos a "Tlalpan, Casa En Venta"
ResponderEliminarPasan cosas muy raras en esa zona, en carne propia lo eh vivido, incluso donde se le llamaba el carcamo que ahora es una semibarranca, siguen pasando cosas raras por la noche.
ResponderEliminarEstimado visitante anónimo, me encantaría que nos contara sobre el tema, espero que vuelva pronto por aquí, en este blog siempre es apreciada la colaboración. Saludos.
ResponderEliminarsiempre me han encantado este tipo de relatos, y buscando encontre esta pagina , el relato es espeluznante, pero pensar que se repitio hace no muchos años da mas miedo, espero escribas sobre ese exorcismo de 1998
ResponderEliminarSaludos y gracias por la visita, por cierto, tienes razón, retomare el tema muy pronto.
Eliminarya va para un a,o y no se ha retomado el tema ,,,,que pasa
ResponderEliminarSaludos Anónimo. Te comento que tomando en cuenta tu comentario anterior agregue algunas notas nuevas sobre el tema, te invito a revisar este enlace hacia la categoría de
Eliminar"Leyendas de Tlalpan" Espero que te parezcan interesantes, y con el tiempo, poco a poco, intentaré enriquecer este contenido. Gracias por tu visita.