Como es costumbre en
esta temporada la Ciudad de México se viste de fiesta para recibir la Navidad y el Fin de Año,
y Tlalpan no es la excepción. Ya podemos ver las luces de colores, los
pabellones alusivos, guirnaldas y flores
de nochebuena por todos los rincones, los arbolitos navideños, nacimientos,
estrellas, campanitas, esferas, monos de nieve y coronas adornando las puertas
y ventanas de las casa, restaurantes, mercados, y las plazas comerciales.
Todo el mundo anda a
las carreras en las compras de regalos, los preparativos para la cena especial
y las reuniones familiares, pero también hay que pensar en el… "día después",
cuando pasadas las fiestas queda la resaca de la desvelada, el brindis y el
delicioso cansancio de las fiestas compartidas. Éste por supuesto, no es momento para ponernos a cocinar, y nos caería
muy bien tener en el refrigerador, listo para calentarse y servirse un
delicioso "Caldo
Tlalpeño" que además de sabroso es toda una tradición.
Como se describe en
el libro “Leyendas del Viejo
San Agustín de las Cuevas y cuentos para el atardecer” de Salvador
Padilla Aguilar, se cuenta que el presidente Santa Anna, quien
era muy afecto a las peleas de gallos y tenía su propio criadero, venía sin
falta a las afamadas fiestas de este barrio, que por cierto duraban varios
días, durante los cuales nuestro personaje bebía sin interrupción. Una
madrugada llegando a su residencia tlalpense bastante crudo, pidió a la
cocinera que le prepara algo de comer. Avezada en su oficio, la mayora preparó
con rapidez un caldo de pollo con verduras, chiles, queso y aguacate, por
supuesto que esta delicia, al general le supo a gloria y lo volvió a la vida;
muy satisfecho felicitó a la cocinera y le preguntó el nombre de tan sabroso
manjar, a lo que presta contestó "¡Caldo
Tlalpeño, señor!"
Felices fiestas y....
¡Hasta la próxima!
Diana Reyes
¡Hasta la próxima!
Diana Reyes
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